El término ‘estrés’ viene de algunos siglos atrás (del latín stringere: tensar o estirar). Podríamos definirlo como el conjunto de procesos y respuestas neuroendocrinas, inmunológicas, emocionales y conductuales ante situaciones que significan una demanda de adaptación mayor a lo habitual para el organismo, y/o son percibidas por el individuo como amenaza o peligro, ya sea para su integridad biológica o psicológica. La amenaza puede ser, por tanto, objetiva o subjetiva; aguda o crónica.
Durante el embarazo, tambien se puede sufrir estrés. Pero no tiene por qué ser negativo. De hecho, existen dos tipos de estrés: el negativo y el positivo.
Tipos de estrés en el embarazo
La palabra estrés es muy utilizada, y normalmente hacemos una asociación negativa de la misma, pero realmente, el estrés es clasificado de 2 maneras distintas:
Estrés positivo – Aumenta la capacidad de rendir y mejora nuestras habilidades. – Es una tensión necesaria. – Estimula la actividad y la energía. – Hace la vida más atractiva. – La percepción es placentera. – Produce equilibrio y bienestar | Estrés negativo – La percepción es de amenaza. – Hay un desajuste entre la demanda y los recursos. – La respuesta es inadecuada, evitable, desproporcionada. – Disminuye la capacidad de resolver adecuadamente los conflictos. – Produce desequilibrio y trastornos biopsico-sociales. – Tiene consecuencias en el organismo, alteraciones físicas y psíquicas que pueden conducir a enfermedades graves. |
El estrés negativo puede desencadenar importantes problemas de salud, y en el caso de la embarazada, puedo ocasionar problemas en su embarazo y a su bebé. Los desencadenantes del estrés puede ser cualquier estímulo, externo o interno que puede ser percibido por la persona peligroso o desestabilizador. Así mismo, se reconocen ciertos factores protectores que pueden influir sobre él, tales como la autoeficacia , el apoyo social o la autoestima, entre otras.
Cómo controlar el estrés negativo durante el embarazo
Además de aquellas actividades consideradas como hábitos de vida saludables que pueden producir efectos colaterales beneficiosos en este aspecto, como por ejemplo, la práctica de actividad física dirigida a la gestante, el descanso regular y adecuado y la posibilidad de poder realizar una actividad de ocio entre otras, existen herramientas más específicamente dirigidas hacia el control del estrés.
1. Técnicas de relajación: La importancia del trabajo de las técnicas de relajación en el embarazohace que éstas estén asociadas con la preparación al nacimiento de todas las gestantes, ya no sólo para el control del estrés durante el embarazo, sino como generadora de bienestar en general y por sus aplicaciones en el parto en particular. Así, desde las técnicas más clásicas como la relajación muscular progresiva de Jacobson o el entrenamiento autógeno de Schultz, aquellas que están enlazadas con otras disciplinas, como el yoga hasta las de más reciente implantación como las asociadas con la hipnosis pueden tener cabida estrategia de afrontamiento que ayude a gestionar el estrés propio de esta etapa de la vida y, por lo tanto, proporcionar una reducción de los síntomas de ansiedad y de depresión que ayude a la madre a tener una mayor de confianza en sus propias habilidades.
2. Mindfulness: Es un concepto relativamente nuevo, particularmente si lo aplicamos al campo sanitario. Es una práctica que trabaja sobre la atención/ conciencia plena del momento con una actitud de aceptación, sin juzgarlo ni tratar de controlarlo.
Tanto por sus repercusiones sobre la salud, por su relación con enfermedades cardiovasculares, enfermedades gastrointestinales, depresión del sistema inmune, relación con problemas psicológicos y su marcada influencia sobre la toma de sustancias como alcohol y tabaco, el estrés en rango nocivo de ser evitado, especialmente por las embarazadas, a las cuales se les añade el riesgo de preclampsia, parto prematuro, bebés de bajo peso entre otros así como alteraciones en el desarrollo neurovegetativo de su bebé con más riesgo de emocionales o cognitivos, incluyendo un mayor riesgo de déficit atencional / hiperactividad, ansiedad, y retraso en el lenguaje.
Julita Fernández,matrona,para la revista guiainfantil.com
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