Uno de los objetivos del desarrollo físico de los niños es alcanzar lo que se conoce como el patrón contralateral (brazo y pierna contrarios), que definimos como la función neurológica que hace posible el desplazamiento organizado y equilibrado del cuerpo. Dicho de otra forma, se trata de conseguir una sincronía entre el movimiento del brazo derecho con el pie izquierdo, y a la inversa, por ejemplo. Esto afecta a todas las estructuras dobles de nuestro cuerpo: Brazos y piernas, pero también visión y audición, que son también vías dobles y que permiten la visión binocular y la audición estéreodual. También somos diestros o zurdos cuando usamos nuestros ojos y nuestros oídos, por lo que conseguir la organización y equilibrio de nuestro sistema nervioso afecta también a nuestra vista y a nuestro oído.
Una de las etapas claves del desarrollo neuro-senso-psicomotriz es el gateo.
El gateo hace una contribución crucial a la hora de conseguir el patrón cruzado. En la historia clínica, analizar si el niño desarrollo, patrón cruzado, descartar conejeo o culeteo, que a veces pasan como gateo y no lo son. El gateo, por lo tanto, es importante para la organización posterior de la lateralidad y direccionalidad de la lecto escritura.
El gateo nos permite conseguir, entre otros, estos beneficios:
- Conectamos los dos hemisferios cerebrales y creamos rutas de información. Cada uno de los hemisferios cerebrales tiene unas funciones concretas, y una buena conexión a través del cuerpo calloso nos permite poder utilizar todo el potencial de nuestro cerebro de manera adecuada y que los dos hemisferios trabajen en equipo.
- Desarrollamos nuestros sistemas vestibular y propioceptivo. Estos sistemas nos informan de dónde están las partes que forman nuestro cuerpo, lo que es clave para mantener el equilibrio y mantener un movimiento armónico, relacionando e integrando el sistema visual.
- Desarrollamos la convergencia visual y la capacidad de enfoque de los ojos. Al mirar al suelo, enfocamos los ojos a corta distancia, y cambiamos a la distancia larga cuando miramos hacia dónde vamos. Gatear es, pues, un buen entrenamiento visual.
- Avanzamos hacia una correcta lateralización. El gateo minimiza el riesgo que en el futuro un niño pueda tener problemas de lateralidad cruzada o de otros trastornos de la lateralidad. El gateo activa los dos hemisferios cerebrales y permite un nivel de organización sensorial superior.
- Nos facilita el aprendizaje de la lecto-escritura. El gateo desarrolla la coordinación del ojo y la mano, clave para cuando el niño aprende a leer y escribir.
El gateo es, pues, una etapa clave en el desarrollo infantil, que permiten al bebé convertir aquellas actividades todavía inmaduras, como la visión, en actividades sincronizadas. Gatear permite avanzar en el desarrollo del sistema nervioso y, por lo tanto, también en la visión.
Es por todo ello que puede aconsejarse a las familias evitar la deambulación (el andar) prematura, y potenciar el juego en el suelo, el arrastre y el gateo contralateral antes de pasar a la etapa de caminar, ya que les daremos a los niños más posibilidades de conexiones neurológicas y una mayor madurez de su sistema nervioso. Todo niño que gatea, después camina, por lo que es necesario evitar saltarse etapas en la medida de lo posible.
Fuente :Blog Elisa Aribau. Diplomada en Óptica y Optometría por la Escola Universitària d’Òptica i Optometria de Terrassa, especializada en Optometría Comportamental y del Desarrollo después de haber realizado cursos y estancias en Estados Unidos.
Escuela Infantil Pequelandia
Escuela infantil privada y guardería en León.