Aprender a hacer las tareas domésticas es tan importante como aprender a leer

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Ana Sancho y Noelia Terrer ofrecen algunas claves que nos sirvan para conseguir que el reparto del trabajo en el hogar sea una realidad en todas las familias. Lo cuentan en ‘Tareas compartidas, familia feliz’

“Sabe usar la PlayStation, pero no sabe poner una lavadora”. “Distinguen los 3.567 Pokémon y todos sus poderes, pero no saben qué trapo utilizar para limpiar la encimera de la cocina”. “Sobresaliente en química, pero no sabe emplear la lejía”. ¿Cuántas excusas se ponen en una casa cada día para no asumir según qué responsabilidades? ¿Cuántas tareas invisibles terminan haciendo siempre las mismas personas? Ana Sancho y Noelia Terrer se han propuesto destapar este importante asunto y ofrecer algunas claves que nos sirvan para conseguir que el reparto de tareas domésticas sea una realidad en todas las familias. Lo han contado en Tareas compartidas, familia feliz (Litera), un libro que sirve de guía para aprender qué tareas se suceden en un hogar, cómo se realizan y qué podemos hacer para repartirlas de forma justa. La idea es sencilla: que toda la familia se convierta en un equipo para cuidar de la casa, pero también del resto de personas que la habitan. “Que la familia se convierta en un equipo consciente de la importancia de esas tareas pequeñas que hacen funcionar, todo lo demás nos une como familia, potencia la comunicación y hace que todos trabajemos para un fin común, el bienestar y la felicidad del grupo avanzando en igualdad y corresponsabilidad”, dice Ana Sancho.

Nos cuesta ver la importancia de hacer equipo en casa porque en las últimas décadas no hemos tenido referentes de colaboración. Según Sancho, estamos acostumbrados a que las tareas de cuidado, organización y limpieza sean invisibles y por eso nos cuesta ver aún que cuidar el hogar es cuidar a las personas que viven dentro. “El colaborar como equipo en el reparto de las tareas del hogar hará que rápidamente veamos la importancia de ellas y sus bondades, consiguiendo que cada miembro de la casa gane tiempo para dedicar a otras cosas”.

Mantener cierto orden y no acumular cosas nos puede ayudar a sentir algo menos de agobio, pero esto es algo que, de primeras, parece un reto imposible. En Tareas compartidas, familia feliz, sus autoras recogen varios consejos y trucos que pueden facilitar el día a día las familias en este sentido. Lo primero, para Ana Sancho, es involucrar a los más pequeños y hacer las cosas juntos. A la hora de mantener el orden, cree que en vez pensar en categorías es mejor pensar en cómo es más fácil recoger. “Puede ser muy útil meter en cestas los juguetes voluminosos y lo más pequeño en cajas más reducidas. Es interesante que haya contenedores móviles para que se pueda devolver a su lugar de almacenaje con facilidad”.

Si implicar a los niños es todo un reto, los conflictos en la pareja por las tareas no son menos complejos. Según diversos estudios, el reparto de tareas del hogar es uno de los principales motivos en casos de divorcio, por delante del económico. La clave está, para Ana Sancho, en la formación y la creación de un equipo fuerte. “En casa todos somos iguales, cada uno tiene el poder de modificar conductas y decidir cómo quiere que sea su nuevo hogar”. Cuando una persona dice no saber cómo hacer alguna tarea, basta con enseñarle a que la haga. “Lo que más valoro es la voluntad del que quiere aprender y hacer algo. Es maravilloso. No hay que quitar la voluntad nunca ni a grandes ni a pequeños”, concluye Sancho.

Fuente : El Pais – Familia – Mamas & Papás

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