Según los defensores del movimiento educativo slow parenting, para adoptar este tipo de educación sólo hace falta realizar una serie de ajustes en la vida diaria con los hijos. Sobre todo aprovecha el tiempo que pasáis juntos para demostrarle tu cariño.
MUCHOS MIMOS
No escatimes tiempo en hacer al bebé mimos y carantoñas. Además, favorece todo lo que puedas el contacto ocular con él; así poco a poco empezará a descifrar qué significan las expresiones faciales, una herramienta muy útil en la edad adulta.
TIEMPO DE CALIDAD
Maximiza el tiempo que puedas pasar con tu hijo. Intenta, por ejemplo, que la hora del baño y del cuento de antes de dormir se conviertan en un momento sin prisas, especial para vosotros.
MENOS TELEVISIÓN
Aunque utilizada con moderación puede ser un buen vehículo educativo, la tele en exceso se convierte en una sustituta de las experiencias reales: el niño las adopta como normales sin haberlas vivido.
SUFICIENTE ATENCIÓN
Escucha a tu hijo, trata de ponerte a su nivel y contesta a sus preguntas; de este modo le ayudas a descubrirse a sí mismo. Pero, al mismo tiempo, déjale también ratos para que pueda jugar solo, incluso para que se aburra. Pronto encontrará algo con lo que entretenerse, una señal de que su desarrollo es el correcto.
DIVERSIÓN SIN REGLAS
Si vuestras jornadas laborales obligan a que el niño se quede en la guardería o en el colegio fuera del horario lectivo, optad por las actividades no estructuradas.
NADA DE COMPARACIONES
No le compares con otros, dile que te gusta como es y en qué puede mejorar. Y en el parque aléjate de la madre alpha que asegura tener hijos trilingües desde los 2 años: te creará ansiedad y estrés.
EL MEJOR EJEMPLO
Los peques aprenden por imitación, así que predica con el ejemplo: que no te vea todo el día agobiada corriendo de aquí para allá.
MOTIVACIÓN CORRECTA
Elogia sus logros, pero a la vez enséñale que no pasa nada por cometer errores, explícale que lo importante es intentar hacerlo bien.
RESPONSABILIDADES
Dáselas desde pequeño: han de ser concretas y adaptadas a su desarrollo y es bueno que las adopte como costumbres.
Artículo publicado por Eva Calvo para la Revista Crecer Feliz