Uno de los miedos de mi hijo de 2 años es referente a los ruidos. Si me han puesto un papel en el limpiaparabrisas del coche y suena al chocar contra el cristal cuando el automóvil está en movimiento, se alarma preguntando de dónde sale ese sonido. Si el vecino da un portazo fuerte al entrar en casa, viene corriendo preguntando qué ha sido ese ruido. Puede parecer exagerado, pero él es muy pequeño y capta cientos de sonidos que pasan ya desapercibidos a los oídos de los adultos.
Cómo ayudar a los niños con miedo a los ruidos
El oído de mi hijo siempre está alerta ante posibles ruidos desconocidos. De hecho, también me sorprende cómo capta sonidos que pasan totalmente desapercibidos para mí, como un pájaro que trina, una canción en la radio de otro coche o un señor que va silbando por la calle.
Los niños, en esta etapa de su vida, están en un estado de atención constante, por lo que los ruidos fuertes y desconocidos, les crean miedo y ansiedad. Es importante, que los padres no despreciemos esta sensación en los niños. Hay que apoyarles y estar a su lado cuando tienen miedo ante un ruido. De lo contrario, se podría potenciar esta inseguridad.
Si el niño llora, se sobresalta o se asusta ante un ruido extraño, es importante que no le ridiculices o te rías de él. Explícale a qué es debido es ruido y por qué no ha de temerlo. No le intentes exponer a los ruidos que le dan miedo de forma brusca, podría aumentar su sensación de pánico, hazlo de forma paulatina y con tiempo.
Poco a poco, irá perdiendo esa sensación e irá superando sus miedos, normalmente a los 4 años los niños ya no se asustan al escuchar ruidos como la aspiradora o la olla express en la cocina.
Es importante recordar también en el Día Internacional del Ruido que se celebra el último miércoles del mes de abril que millones de personas viven a diario con ruidos que sobrepasan los 65 decibelios, el umbral de ruido diurno establecido por la Organización Mundial de la Salud(OMS). La exposición a altos niveles de ruido puede provocar serios problemas de salud, como alteraciones del sueño, pérdida auditiva e, incluso, otras enfermedades como estrés, ansiedad, problemas cardiovasculares o dificultades en el aprendizaje en niños. Por ello, es básico no someter a los niños a ruidos innecesarios y cuidar el oído de nuestros hijos.