Los programas diseñados de musicoterapia estimulan determinadas zonas del cuerpo humano que ayudan a equilibrar funciones orgánicas o psicológicas concretas. Es recomendable trabajar esta disciplina de una manera interdisciplinar, trabajar en equipo el musicoterapeuta y los otros profesionales conjuntamente.
Beneficios
1. Todo lo que es música, para un niño, siempre es positivo. Pero debemos tener en cuenta que ésta debe ser siempre adaptada a sus oídos, a su capacidad de escucha; a su edad.
2. A un peque, la musicoterapia le puede ir muy bien para mejorar el aprendizaje, la coordinación, controlar la ansiedad y mejorar el estado de ánimo, entre otros.
3. Cuanto antes se exponga la música al niño más beneficios le aportará, sea como terapia o sea como uso lúdico. De hecho, el uso de canciones para enseñar habilidades académicas, sociales y motoras a niños pequeños se ha convertido en una práctica común para algunos profesores y educadores de música.
4. La música posee unos valores universales que afectan a todas las personas y que se definen por el ritmo, la armonía, la melodía y el tono. Así, el musicoterapeuta debe descubrir la personalidad musical de cada paciente para seleccionar la música adecuada, porque según su personalidad y su estado, le puede ser más beneficiosa un tipo de música u otro.
Efectos en los niños
– Fisiología: produce cambios en el ritmo cardiaco y respiratorio, así como en la tensión muscular.
– Comunicación: estimula la expresión de los problemas y las inquietudes.
– Afectividad: favorece el desarrollo emocional y afectivo.
– Sensibilidad: agudiza la percepción auditiva y táctil.
– Movimiento: estimula la actividad y mejora la coordinación motriz.
– Sociabilidad: fomenta la interrelación social.
– Educativas: ayuda en la formación, desarrollo personal y superación de dificultades de aprendizaje.
– Psicoterapéuticas: ayuda a resolver problemas psicológicos y a cambiar conductas establecidas.
– Médica: apoyo psicológico y físico (puede reducir el dolor) a pacientes médicos que se enfrentan a situaciones difíciles como la cirugía, enfermedades terminales, cuidados intensivos…
– Psiquiátrica: mejora la autoestima y la capacidad de comunicación de los enfermos.