Un bebé pasa por distintas etapas de desarrollo emocional desde que nace hasta llegar a los 3 años. Este se enlaza con el desarrollo físico y el mental.
El bebé tiene emociones; como todo en su vida, primero son muy básicas y luego van evolucionando. El desarrollo emocional del bebé es un proceso que se enlaza con su crecimiento físico y mental.
A lo largo de sus primeros 3 años de vida, cada uno de estos aspectos (físico, mental y emocional) predominará o será más notorio, pero los tres van juntos y son fundamentales para que el bebé alcance el desarrollo que garantice su bienestar y equilibrio.
Etapas en el desarrollo emocional del bebé
Para entender cómo se da el desarrollo emocional del bebé, la clasificación que presentamos es con meros fines didácticos. Como siempre decimos, cada bebé es único y, en el marco de su individualidad, tendrá su propio ritmo y desarrollo particular.
1. De 1 a 3 meses
Descubramos juntos a continuación cuáles son las reacciones del recién nacido. Como ya debes suponer, son bastante escuetas y sencillas, pero aumentarán en complejidad a medida que el pequeño crezca.
- Placer: se siente a gusto en los brazos de su madre, cuando es amamantado.
- Desagrado: llora para expresar hambre, sed, si le molesta la humedad del pañal o si hay un dolor que lo aqueja.
Sus necesidades son “urgentes” y sus reacciones, exageradas. El llanto es una descarga para garantizar su supervivencia, que poco a poco se tornará en una forma de comunicación de sus necesidades. Y así lo evidencia este estudio publicado en la Ponencia presentada en el congreso de Madrid.
A medida que vaya creciendo, incorporará gestos, sonidos y, más adelante, palabras. El bebé está interesado en las caras de quienes lo rodean y aprende a distinguir las expresiones de alegría, tristeza y enfado. Además, esboza las primeras sonrisas; el pequeño sonríe cuando está feliz o hace muecas para llamar la atención.
Aprende a reconocer a sus padres y a las personas con las que está familiarizado. Es dependiente de su madre y, en la medida en que sus necesidades son atendidas de manera oportuna, se estructura su personalidad y su estabilidad.
2. De 4 a 6 meses
A partir de los 4 o 5 meses, aparece la rabia y el disgusto. El bebé llora para mostrar su descontento. Responde cada vez más a las caras y a las voces que lo rodean. Le gusta la compañía y la atención de sus padres y cuidadores, y con cada uno establece una relación privilegiada.
Con voces, gestos, gritos y risas intenta comunicarse; ya no es solo para satisfacer una necesidad de supervivencia. Reconoce y responde a los estados de ánimo de su madre.
A los 5 meses, comienza a demostrar sentimientos de temor cuando oye ruidos fuertes o inesperados, como señala este artículo publicado en la Revista de APPIA. A los 6 meses, el bebé comienza a extrañarse cada vez más con las personas que no conoce y puede expresar de forma física su desagrado.
3. De 7 a 9 meses
A los 7 meses, el bebé reacciona decidido con tensión y miedo ante lo desconocido. Como ya tiene memoria, se alegrará al ver caras conocidas. Asimismo, sentirá miedo ante la presencia de adultos extraños.
Entre los 7 y 8 meses, le interesan otros bebés y los niños. Le gusta comunicarse con risas y gestos. Utiliza todas las competencias adquiridas hasta ahora para establecer esa comunicación y relacionarse. Por ejemplo, empieza a mostrar interés por los juguetes, los mira por todos lados, los golpea.
El bebé al fin percibe la separación temporal de su madre o de quien más lo cuida y eso le afecta bastante. El miedo y la ansiedad que siente por la separación cederá en función del vínculo que haya creado con quien lo cuida mientras mamá no está, es decir, cuanto mayor sea el vínculo, menor la ansiedad, y viceversa.
El bebé hace gracias esperando una reacción. Necesita ser reconocido como un interlocutor. En esta etapa del desarrollo emocional del bebé, la necesidad de comunicación es tan relevante como la satisfacción de sus necesidades físicas de alimentación y cuidado.
4. De 10 a 12 meses
El bebé expresa con facilidad alegría, disgusto o rabia. Se da cuenta de si las personas están contentas o enfadadas con él y reacciona de forma diferenciada. Se divierte imitando a los demás. Imita expresiones de sorpresa, gritos, gestos.
Entiende y sigue las reglas y rutinas sociales. Expresa su afecto con abrazos y palmadas, en especial con sus padres y familiares o cuidadores más cercanos. Reconoce su nombre.
El bebé está muy atento a los movimientos de mamá o papá en casa y, si salen de la habitación donde se encuentra, llora. Si un extraño lo coge en brazos, siente ansiedad.
En esta etapa del desarrollo emocional del bebé, comienza a levantar los brazos para solicitar que mamá o papá le cojan. También es común que empiece a ayudar mientras lo visten levantando sus brazos.
5. Desarrollo emocional del bebé de 13 a 18 meses
Cuando explora algo desconocido, busca la aprobación de los padres. Si recibe una mirada de miedo se cohibirá; si recibe una sonrisa, se atreverá a acercarse.
La conducta emocional de los adultos que más ama (mamá y papá) regula la capacidad del bebé de explorar y de relacionarse. Y así lo señala el mismo estudio de la Ponencia presentada en el congreso de Madrid del que hemos hablado antes.
El bebé capta la información que recibe del mundo que lo rodea. Ya sabe si atienden sus necesidades al primer llanto, o si debe llorar durante horas para que le presten atención.
El bebé es muy sensible al estado emocional de sus padres o de quien lo cuida. Si padres o cuidadores están contentos, el bebé jugará más. Si están tristes, el pequeño será más esquivo. Pasa de querer estar pegado a sus padres a jugar solo de forma independiente.
En esta etapa del desarrollo emocional del bebé, el niño es consciente de la forma en la que le demuestran cariño. Aprende a expresar su afecto a partir de la imitación. Disfruta de dar besos y abrazos, así como recibir elogios, y actúa en consecuencia para recibirlos. También aparecen los celos. Es egocéntrico.
6. De 19 a 24 meses
Es un periodo emocional difícil, pues el pequeño quiere ser independiente y autónomo, pero aún es dependiente en muchos sentidos. Eso genera frustración, lo que detona las inminentes pataletas o rabietas.
Se comunica a través del cuerpo: si muerde o agrede, está manifestando su angustia, su dificultad para expresar sus sentimientos de forma adecuada o su necesidad de límites claros.
El camino hacia la independencia es su foco principal. Ahora comprende que sus deseos son diferentes a los de sus padres, lo que genera un imprevisto importante: no siempre obtiene lo que desea.
El bebé inicia un marcado egocentrismo en esta época. Si quiere algo, es para “ya”, y los que están a su alrededor están para satisfacer sus demandas. Empieza a saborear su autonomía: le gusta que lo mimen, pero cuando ya es suficiente, lo hace saber. Su palabra favorita es “NO”, como también muestra el estudio de la Ponencia presentada en el congreso de Madrid.
7. De 2 a 3 años
El niño siente ansiedad cada vez que sus sentimientos se salen de control. Descarga su rabia con la que pretente “asustar” a los adultos. Su conflicto mayor es el choque entre los límites y su independencia. No es consciente de las normas, las acata porque respeta a los adultos que las imponen.
Entiende que sus acciones desencadenan reacciones en las otras personas. Identifica esas acciones y aprende a fastidiar o a agradar a los demás. Aparece el juego simbólico y, a través de este, descarga parte de su agresividad o tensión.
Como también entiende el sentido de pertenencia, aparece la envidia y aumentan los miedos. Es la época para empezar a llamar a las emociones por su nombre, para que aprenda a identificarlas y regularlas.
Sobre el desarrollo emocional del bebé
En definitiva, el bebé tiene, desde su nacimiento, la capacidad de relacionarse con los demás seres humanos. Para ello, necesita de otro ser humano que reaccione a sus necesidades, demandas y sentimientos. Sin duda, los mejores interlocutores siempre serán sus padres.