En verano, cuando los termómetros se disparan, los bebés y los niños corren el riesgo de sufrir el temido golpe de calor. Es esencial prevenirlo porque puede ser muy grave.
Qué es el golpe de calor
El cuerpo humano necesita mantenerse a una temperatura constante de 37 ºC, pero cuando se realiza cualquier esfuerzo físico, en un ambiente muy caluroso o bajo el efecto directo del sol, nuestro termómetro interno se eleva. Para termorregularse, se activan varios mecanismos como la sudoración o el traslado de la sangre calentada a los vasos más cercanos a la piel, que se dilatan, para intentar enfriarla.
Estos mecanismos funcionan bien a temperaturas moderadamente altas, pero durante una ola de calor,el aire está tan caliente que el organismo corre el riesgo de no conseguir hacer los ajustes necesarios. Entonces, la temperatura corporal aumenta por encima de 40 grados. Ante esta situación, al organismo le sobreviene una disyuntiva terrible: seguir enviando sangre a la periferia para refrigerar el cuerpo o atender las demandas aumentadas de los órganos vitales: corazón, cerebro, pulmones. Como estos últimos son siempre su prioridad, llega un momento en que la necesidad de mantenerlos funcionando es tan urgente, que se detienen los mecanismos de enfriamiento. El cuerpo deja de sudar.
Con este síntoma, se inicia un periodo de extrema gravedad. Aunque todos somos vulnerables ante un golpe de calor, los bebés y los niños lo son especialmente. Si la temperatura corporal no se controla ni disminuye de forma rápida y eficaz, el niño puede desarrollar lesiones musculares, problemas cardíacos, neurológicos –los más graves– e incluso llegar a un desenlace fatal.
Los síntomas del golpe de calor
El golpe de calor se caracteriza por:
- Temperatura corporal por encima de 40 ºC.
- Alteración de la consciencia: convulsiones, delirio o coma.
La medida inmediata ante un golpe de calor es llevarlo a la sombra o a un lugar fresco y desnudarle,conectar el aire acondicionado del coche, si se está trasladando al niño al hospital, o de casa y utilizar ventiladores. Después de este tratamiento inicial, no esperes más y busca ayuda hospitalaria urgente.Algunas veces, los padres pueden confundir un golpe de calor con una infección por la presencia de fiebre: no le abrigues más.
Los fármacos como el paracetamol o ibuprofeno no son útiles ante un golpe de calor. Otros, como los diuréticos o los antihistamínicos, pueden favorecer su aparición.
Cómo prevenir el golpe de calor
El golpe de calor afecta especialmente a los bebés y los niños hasta los cuatro años.
- Lactantes. Mantén a tu bebé a la sombra, en un lugar fresco y ventilado. Ofrécele agua cada hora. La lactancia materna también es válida para aportarle líquidos.
- A partir de los dos años. Cubre su cabeza con un gorro o una sombrilla, protege su piel con el factor de protección adecuado, evita el sol en las horas centrales del día y ofrécele líquidos en abundancia. Extrema las precauciones si el niño padece alguna enfermedad crónica neurológica. Esta patología favorece una termorregulación más deficiente, lo que aumenta el riesgo de padecer un golpe de calor.
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Fuente : Guia del niño :Asesoramiento :Dr. Pablo Rojo. Sección de Urgencias del Departamento de Pediatría del Hospital Doce de Octubre, de Madrid.