«¡Mi bebé solo se calma en mis brazos!». «En cuanto me doy la vuelta, llora desconsoladamente». «Ni siquiera puedo ir al baño sola»… Seguro que este tipo de afirmaciones resultan familiares a más de una mamá, y aunque todos entendemos que se trata de un proceso normal y natural, también es lógico llegar a sentirse desbordada ante la demanda continua del bebé
A mí me ocurrió con mi hija mediana, a quien de forma cariñosa denominaba ‘koala’. Otra mamá amiga mía llama a su pequeña ‘pegatina’. También he escuchado calificativos divertidos como ‘mamá velcro’, ‘mamá canguro’, ‘mamá imán’… En definitiva, distintos nombres con una misma connotación.
Si tu bebé es de los que no quiere separarse de ti bajo ningún concepto y te sientes una ‘mamá velcro’, te explicamos por qué le sucede y qué puedes hacer para que la situación sea más llevadera.
«¿Por qué mi bebé solo quiere estar conmigo?»
Lo lógico y deseable es que el bebé tenga un vínculo sólido y firme con su madre, pues es la persona que le llevó en su vientre, quien le dio la bienvenida al mundo y quien pasa más tiempo a su lado. En su pecho encuentra alimento, en sus brazos, cobijo, y su olor y su voz son su único sosiego.
A medida que el bebé va creciendo, aparecen nuevas personas en su vida con las que disfruta y le gusta estar (por ejemplo, sus abuelos, sus tíos…), aunque sus padres –especialmente su madre– seguirán siendo sus principales referentes y a quienes acudir cuando se sienta en peligro o necesite consuelo.
Hacia el octavo mes de vida, aproximadamente, aparece en el bebé un fenómeno conocido como ‘angustia o ansiedad por separación’. De pronto, ese bebé extrovertido que parecía estar a gusto en brazos de cualquiera, llora desconsoladamente cuando alguien lo coge o cuando pierde de vista a su madre o a su padr
Lejos de ser un problema, la angustia por separación demuestra que el bebé ha desarrollado una relación significativa con sus progenitores. Para él, sus padres lo son todo: son las personas en quien confía y quienes le pueden proteger de los peligros. Por eso, es normal que llore o se alarme cuando estos desaparecen de su vista; aunque simplemente se hayan ido a la habitación de al lado.
A medida que el niño vaya cogiendo autonomía y ganando confianza, la ansiedad por separación irá desapareciendo, aunque en el camino pueden aparecer circunstancias excepcionales o retos desafiantes (el comienzo del colegio suele ser uno de ellos) que supongan un pequeño paso atrás. En estos casos es importante recordar que para que el niño comience a ser independiente y aprenda a desenvolverse en el mundo, es imprescindible ser previamente dependiente, pues todo lo que aprenda lo va a hacer de sus personas de referencia.
¿Qué podemos hacer para que la situación no nos desborde?
En este sentido, si nuestro bebé llora o nos reclama debemos atenderlo siempre con cariño a través del contacto físico, los besos y los abrazos. El porteo es una solución excelente para que pueda estar siempre en contacto piel con piel mientras explora el mundo desde una perspectiva que le aporte seguridad. También lo es el colecho, pues permite a la madre descansar al tiempo que el niño se siente seguro y confiado a su lado.
Por otro lado, si sospechamos que nuestro bebé pudiera ser de alta demanda, es recomendable que aprendamos qué significa este concepto, de cara a ser más conscientes de su sensibilidad emocional y física, y así poder atenderlo como necesita.
Piensa sobre todo que la etapa en la que estás pasajera. Antes de lo que crees tu bebé habrá crecido, y dejará de demandar tus brazos. En cualquier caso, si la situación llega a desbordarte en algún momento no dudes en pedir ayuda. Es importante delegar y aprovechar los ratitos en los que tu hijo esté al cuidado de otra persona, para relajarte y descansar.
Fuente : Silvia Diaz para bebesy mas.
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Escuela infantil y guardería en León.