¿Por qué son tan importantes los tres primeros años de vida?

enero 02, 2021
¿Por qué son tan importantes los tres primeros años de vida?

Los problemas de aprendizaje son cada vez más frecuentes en los niños. Esto es algo que preocupa a padres y madres, y el deseo de evitar posibles dificultades educativas en el futuro se ha vuelto un propósito para muchos. La buena noticia es que con las pautas adecuadas podemos preparar a nuestro bebé a desarrollar todas aquellas funciones cerebrales necesarias para poder alcanzar un aprendizaje exitoso.

Cómo se desarrolla el sistema nervioso

Cuando nacemos, el sistema nervioso es inmaduro, requiere pasar por un largo y complejo proceso que dura hasta la vida adulta para poder despertar todas las habilidades cerebrales útiles y necesarias para la supervivencia. Dentro de este fascinante proceso, la primera infancia, particularmente los 3 primeros años de vida juegan un papel fundamental.

¿Por qué son tan importantes los 3 primeros años de vida? Si pensamos en la manera en la que se relaciona con el medio un bebé recién nacido a un niño de 3 años podemos encontrar notables diferencias. Un bebé de una semana abastece sus necesidades básicas: la alimentación y el sueño (relacionado con la zona más primitiva del cerebro: el tronco del encéfalo). Sin embargo, un niño de 3 años anda, corre, salta, habla, se comunica, piensa y razona (acciones controladas por la zona más superior del sistema nervioso: la corteza cerebral).

Cada acto que realizamos está sustentado por una red neuronal en nuestro cerebro, por lo que en este periodo de la infancia, miles de conexiones neuronales se están formado, milienizando y fortaleciendo.

Los principales avances de su cerebro, según su edad

Hagamos un recorrido por este proceso. Durante el primer año el bebé tiene un objetivo primordial: desafiar la gravedad. ¿Tu hijo tira una y mil veces un juguete al suelo? ¿Desde la trona se dedica a probar cómo cae su cuchara y tu la recoges? ¡No te está tomando el pelo! Para ello emergen distintos patrones de movimiento que provocan la activación de zonas cerebrales relacionadas con el control motor.

En el segundo año de vida llega la explosión del lenguaje, que aunque se ha iniciado en el año previo con el llanto comunicativo, sonidos guturales y el balbuceo no es hasta los 2 años cuando prospera. Esto ayuda al desarrollo de la corteza cerebral.

Todo ello prepara a nuestro cerebro para que en el tercer año se despierte la cognición, el razonamiento por el cual se pueden producir abstracciones. Se puede apreciar a los niños utilizando el juego simbólico más sofisticado y denominándose a si mismo con el pronombre “yo”. Estas funciones están dirigidas por el lóbulo frontal, la parte superior del cerebro, desarrollada de manera única en los seres humanos. Por lo tanto, todos los aspectos más básicos del desarrollo son la base de la cognición y del pensamiento.

Los grandes hitos que marcan su cerebro

Los movimientos neuroevolutivos son aquellos patrones que emergen a lo largo del primer año de vida de manera natural y secuencial.

De esta manera, desde el control cefálico, el niño se prepara para voltear de boca arriba a boca abajo, y conquistar de esta manera la posición prona. Esto le va a proporcionar fuerza en los miembros superiores e inferiores y le predispone a poder realizar por primera vez el desplazamiento de manera voluntaria de su cuerpo en el espacio: lo que es denominado el arrastre.

Posteriormente, el gateo supone un nuevo hito, el sustento de su cuerpo sobre cuatro puntos de apoyo. Además el gateo prepara al bebé para alcanzar la sedestación. Es una etapa especialmente importante ya que comienzan las conductas exploratorias, se desarrolla la pinza manual y perfeccionan los sentidos: la vista, la audición y el tacto.

Seguidamente, pasará a una postura similar a la de un oso o un macaco, donde las exigencias motrices son mayores. Todo esto predispone al niño a que al fin, alrededor del año de vida alcance la postura solo desarrollada por el ser humano: ponerse de pie.

Este recorrido tan natural, ya que estamos programados genéticamente para vivirlo, debe ser cuidadosamente respetado ¿Y esto por qué? Por los conexiones neurológicas que generan, propulsoras y proporcionadoras de sustentar funciones posteriores como el lenguaje y el pensamiento.

Repercusiones en el aprendizaje

Tan importante es cómo el niño aprende a desenvolverse en el medio, como la forma en cómo entra el medio en él, es decir, cómo percibe los distintos estímulos a través de los sentidos. Como ya hemos mencionado, el desarrollo motor influye en el desarrollo de los sentidos.

La manera en la que un niño escucha y ve, marca los procesos de aprendizaje, particularmente la lectoescritura. A nivel auditivo se ha debido desarrollar correctamente la vía auditiva para poder codificar cada sonido de la lengua y relacionarlo con una letra del abecedario. Asimismo, la vista se ve afectada en el control de la musculatura que rodea a los ojos e influye en como dirige la vista y procesa los estímulos visuales.

Mucho de los niños con problemas en adquisición de la lectoescritura tienen dificultades a este nivel, causados por carencias en su desarrollo sensoriomotor.

Por otro lado, tenemos que tener en cuenta el importantísimo papel que tiene la motricidad fina. La motricidad fina a nivel manual influye en la escritura, podemos encontrar niño con problemas al escribir, mala grafía o con mucha fatiga. Además, el control fino tiene una dimensión oral, en como se controla la musculatura de la boca para producir cada sonido de la lengua. Es habitual encontrarnos niños que confunden sonidos o no alcanzan a decir algunos.

Gracias también al desarrollo motor y los patrones cruzados del desarrollo como es el gateo, alcanzamos la conexión interhemiférica, es decir, que hemisferio derecho e izquierdo estén conectados. Esto favorece la madurez de todas las funciones cerebrales, además de ayudar a crear la lateralidad. La interrelación hemisférica en una condición básica para el lenguaje, la lectura y la escritura.

Desde casa….¿Qué se puede hacer?

Desde el hogar debemos proporcionar el ambiente más armonioso y agradable para que el desarrollo motor surja de manera natural.

De esta manera, lo más aconsejable es poder facilitar a nuestro bebé un entorno libre de barreras, donde el movimiento sea el protagonista.

Hasta los 5 meses de edad podemos colocar al bebé boca arriba, estimularle los sentidos a través de juguetes que le resulten atractivos y llamen su atención. La estimulación debe ser en ambos lados del cuerpo y en la línea media.

A partir de los 5-6 meses y cuando se inicie en el volteo, es importante posicionarlo boca abajo. Comienza la etapa en la que el bebé debe pasa tiempo en el suelo. Para ello podemos hacer uso de colchonetas cómodas y de juguetes que nuevamente sean de su agrado con el fin de suscitar la atención y el movimiento.

Hasta el año de vida debemos inculcar este periodo en el suelo. Podemos hacer uso de obstáculos como son pelotas, módulos de psicomotricidad, cuadrados, túneles de gateo, rampas, etc. Materiales que provoquen en el niño desarrollar sus destrezas motrices.

Los juguetes proporcionados deben inducir a una experiencia sensorial táctil, visual o auditiva.

Huir de todos aquellos juguetes que inducen movimientos de manera artificial y provoquen que el niño se salte etapas neuromotrices.

Asimismo, evitar que los bebés pasen excesivo tiempo en hamacas o en parques cerrados que coarten el movimiento libre y exploratorio.

La ropa con la que vistamos al bebé le puede frenar el movimiento. Debe ser ropa cómoda y suave. Además es sumamente importante que pasen tiempo descalzos, con el fin de desarrollar la planta del pie.

¡Todos al suelo!

Teniendo en cuenta estas pequeñas pistas, es sencillo poder estimular el aprendizaje desde bien pequeños.

Es primordial incrementar nuestra seguridad y no tener un miedo excesivo a dejar a nuestro bebé desarrollarse libremente.

Es importante ser conscientes de cómo todo esto ayuda a construir las bases de un sistema nervioso organizado y preparado para el aprendizaje.  Si nuestras habilidades mentales futuras parten fundamentalmente de la psicomotricidad tirémonos al suelo con nuestros hijos y vivamos juntos esta experiencia única.

Artículo elaborado por Belén de Toro Mingo es neuropsicóloga infantojuvenil, especialista en daño cerebral, integración de reflejos primitivos, estimulación sensorial y neuromotricidad, en Psicólogos Pozuelo.

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